En Villa Nueva, Calingasta, provincia de San Juan, 15 adolescentes, una profesora y un colaborador de Genneia son los protagonistas de una historia de película que desandamos en esta nota

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Es el 31 de mayo, faltan pocos días para comenzar el invierno. Un grupo de 15 adolescentes del pueblo de Villa Nueva, al oeste de la provincia de San Juan, son puras sonrisas y ojos de sorpresa al recibir, cada uno, un conjunto de prendas a prueba de los más crudos fríos y con perfume a nuevo. Trajes a medida de estos súper héroes que cada día recorren 35 km hasta la escuela para completar sus estudios secundarios en Calingasta. Algunos lo hacen en bicicleta, otros a caballo o en burro, llegando a experimentar temperaturas que rozan los 20 grados bajo cero durante el invierno.

Las camperas de abrigo para la alta montaña, las camisetas, guantes y gorros térmicos, aportados por Genneia, llegaron al destino indicado gracias a una extraordinaria concatenación de casualidades y actos de grandeza humana, dignos de una película de Hollywood. La primera escena tiene dos protagonistas, Pilar Ribes, una docente de Villa Nueva, y el viento Zonda. Una mañana de abril, esta corriente con nombre propio se hizo sentir en la estructura de adobe y paja de la casa de Pilar, construida a la vera de la ruta 412. Luego de varias ráfagas poderosas, el pequeño tanque de agua que servía al hogar, antes en el techo, yacía ahora en el suelo de tierra seca ante a la mirada atónita de su dueña.

La segunda escena es protagonizada por un parque solar en construcción, un supervisor de obra, y una empresa comprometida con su comunidad. Jorge Zanetti, colaborador de Genneia, se dirigía como cada mañana al lugar donde desde principio de año nuestra empresa construye su próximo centro fotovoltaico: Tocota III. Sobre la ruta 412, el pueblo de Villa Nueva es un paso obligado en el camino que alterna pavimento y ripio. Este es el momento en ambas historias, la de Pilar y la de Jorge, se cruzan.

“Al pasar frente a la última casa del pueblo, noté el percance que había sufrido el tanque de agua y paré para ofrecer ayuda. Nuestra empresa nos alienta a colaborar con la gente del lugar”, relata Jorge. “Cuando me dirigía a presentarme, ella se adelantó a preguntarme si necesitaba algo, si estaba perdido, nunca se imaginó que la intención era ayudarla”, recordó, entre risas y emoción. Con ojo de constructor, Jorge se ofreció a analizar los daños y se puso a disposición de Pilar para lo que necesitase. Su respuesta, lo conmueve hasta hoy: "Yo no quiero nada para mí, si quiere ayudar a esta comunidad, necesitamos ropa de abrigo para 15 adolescentes que viajan todos los días desde Villa Nueva hasta Calingasta a terminar la secundaria".

Rápidamente, los engranajes de un gran mecanismo solidario comenzaron a girar. Nuestra empresa tomó la decisión de gestionar y concretar la compra de los abrigos en una marca especializada en ropa de alta montaña. En paralelo, los colaboradores de Genneia en Sede Olivos organizaron una campaña voluntaria para juntar ropa y prendas de abrigo. Todos los aportes ya están hoy en manos de sus destinatarios. “Están tan felices, tan contentos, los chicos no pueden dejar de mirar sus camperas y demás abrigos, son conscientes que esta vez se ha pensado en ellos de una manera especial, ya que era justo lo que necesitaban”, expresa Pilar, con la felicidad de a quien se la ha cumplido un sueño. “Gracias”, le decimos desde Genneia, por dejarnos ser parte de él.


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